jueves, 16 de diciembre de 2010

Hemos perdido el juicio.

Hoy hemos leido un sorprendente artículo de opinión firmado por José María Ruiz Soroa al respecto de las medidas tomadas para "controlar" a los controladores. Todavía resulta más sorprendente el que dicho artículo se publique en el diario El Pais. Se titula ¿Hemos perdido el juicio? (siendo para nosotros esas interrogaciones lo único que sobra de todo lo que se dice en él). 
"(...) Unos trabajadores abandonan colectivamente su puesto de trabajo, sin poner en riesgo la seguridad de la navegación, y nuestras autoridades y fiscales descubren encantados que pueden acusarles de un delito de sedición, que un controlador que abandona su puesto de trabajo colectivamente es un delincuente y debe ir a la cárcel unos cuantos años.

Incluso se recupera la terminología y se habla de "cabecillas" e "instigadores".

Y la opinión pública, atizada por nuestro democrático Gobierno y por unos medios que se proclaman progresistas, asiente callada a este caso de auténtica prestidigitación en el que faltar a las obligaciones derivadas de un contrato de trabajo puede convertirse en un ilícito penal. No en un ilícito civil o laboral, merecedor de despido o de indemnización de perjuicios, sino en un auténtico crimen.

¿Hemos perdido el juicio? ¿Se nos han olvidado los requerimientos mínimos de una sociedad liberal? ¿Cómo podría ser delito el incumplimiento de un contrato laboral? ¿Cuál sería el bien jurídico protegido por la norma? ¿El funcionamiento y los beneficios de AENA? ¿La producción nacional? ¿Por el hecho de arruinar las vacaciones a cientos de miles de ciudadanos se puede ir a la cárcel? ¿Qué diferencia relevante existe entre un maquinista del metro y un controlador para hacer de uno un criminal y del otro un ciudadano protestón a pesar de que su conducta es idéntica y la del maquinista perjudica a más ciudadanos y no precisamente en sus vacaciones?

Por mucho que una legalidad procedente de nuestro obscuro pasado lo avale, lo sucedido no puede constituir delito, es así de sencillo. Y excesos verbales del Gobierno como los de decir que se estaba "echando un pulso al Estado" no son admisibles en democracia.

Al Estado le echan un pulso los etarras, los controladores le echan un pulso a una empresa aeroportuaria llamada AENA. Solo en la concepción del "Estado total" fascista puede confundirse entre el Estado y una empresa, entre el Estado de derecho y el Estado productor, y sólo allí puede criminalizarse el desbarajuste laboral como si fuera un motín contra la patria".
Primero fueron a por los controladores, luego fueron a por...

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